17 de abril de 2013
Aprendí esta lección de la manera difícil este semestre. Yo sé que muchas veces a través de mi vida he recibido inumerables bendiciones que son mucho más grandes de las que merezco. Pero, lamentablemente, también ocurre al revés. A veces podemos sentir que merecemos mejores cosas de las que están llegando a nuestras vidas. Últimamente me he sentido así. Sigo siendo sumamente bendecida, y los problemas que tengo son nada comparados con los de la mayoría de las personas, pero de todos modos siento que necesito desahogarme.
Lo que más me molesta es que algunos de mis problemas pudieron ser evitados si otra persona hubiera decidido ponerme en una situación diferente. De alguna manera, me siento traicionada porque pensaba que debido a que soy buena estudiante, no merecía pasar por todos los problemas que me han hecho pasar. Algunas veces los profesores ponen a los buenos estudiantes en las peores situaciones porque piensan que ellos son los que mejor podrán manejarlas. Pienso que si esto no beneficiará al estudiante de alguna manera, es sólo un castigo injusto a los buenos estudiantes.
Sé que cosas así no sólo pasan en la universidad, todas las personas tienen que atravesar situaciones injustas en todas las etapas y escenarios de la vida. Lo que he aprendido hoy es que, si quiero ser feliz, tengo que dejar de pensar que merezco algo mejor y comenzar a seguir adelante con lo que me ha tocado vivir. Quizá Dios permite que pasemos por este tipo de situaciones para que no nos malacostumbremos pensando que lo merecemos todo. Tengo fe de que Él está esperando que aprenda lecciones importantes de esto, y eso es lo que estoy intentando hacer.
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