No sé si han
experimentado esa sensación de que estás justamente donde deberías estar. Que
sin saberlo, tu forma de ser y tus experiencias pasadas te estaban preparando
para un preciso momento. Pues así exactamente me sentí cuando inicié mi primer
semestre de maestría en Terapia Ocupacional.
Desde que
comencé mi bachillerato ya tenía en mente continuar mis estudios para ser TO,
pero la realidad es que no conocía ni una quinta parte de lo que esto
implicaba. Sabía que la profesión era amplia, pero no me imaginaba cuánto.
Sabía que ayudaba a las personas, pero no precisamente cómo. Sabía que quería
una profesión en la que pudiera ser creativa, estar cerca del paciente paso a
paso en su recuperación, ayudar a cambiar vidas. Quería una profesión en la que no se viera a la persona como un
número más o como una enfermedad sino como un ser humano. ¡Qué alivio fue
reafirmar que había entrado en el programa de maestría indicado!
A pesar de que me gustó y aprendí muchísimo de mi
bachillerato en biomédica, siempre sentí que algo faltaba. Jamás había
escuchado hablar sobre la espiritualidad, el uso terapéutico del yo, la
auto-conciencia y mucho menos de la práctica centrada en el cliente en alguna de
mis clases. Todos estos conceptos me hicieron entender que la profesión que había escogido era mucho más
trascendental de lo que pensaba. En una de mis primeras lecturas asignadas, la
frase de Adolf Mayer: “Brindamos oportunidades, no prescripciones” confirmó que
lo que faltaba en la biomédica eran oportunidades más allá de las que el modelo
médico por sí solo podía brindar.
Al aprender
los valores y creencias fundamentales de la profesión, pude confirmar que pareaban
mucho con los míos propios. En varios días ya me sentía parte de TO, o que TO
siempre había sido parte de mí, no estoy segura. Ese semestre pude
entender lo que realmente significa "vocación"; sentir que para esto
fuiste creado. Sin saberlo, toda mi vida había tenido dentro de mí la semilla
para ser TO, ahora solo me resta trabajar para hacerla germinar.
“Conoces lo que tu vocación
pesa en ti. Y si la traicionas, es a ti a quien desfiguras; pero sabes que tu
verdad se hará lentamente, porque es nacimiento de árbol y no hallazgo de una
fórmula.”
-Antoine De Saint Exupery