Mi primera lectura asignada como estudiante de
TO fue “Basic Awareness of Self” de Carol M. Davis. Como ya les mencioné, mi
bachillerato había sido en Biomédica, y a pesar de que aprendí muchísimo, la
autoconciencia no era uno de los temas en el prontuario. En mis años de escuela
superior si tocaba mucho estos temas, me gustaba leer libros de autoayuda y
libros cristianos que me ayudaron mucho a conocerme a mí misma y a salir airosa
de esa crisis de identidad por la que pasan todos los adolescentes. Sin
embargo, la autorreflexión era algo que
había descuidado mientras estaba
sumergida entre moléculas de carbono, células y sus receptores. El volver a tocar ese tema fue como despolvar
un viejo libro.
De lo que recuerdo, la lectura hablaba de la persona, el ego, la sombra y el verdadero yo. Nos decía que la persona era esa máscara que poníamos frente a la sociedad, el ego era lo que nos mantenía bajo las reglas y con los pies en la tierra; aunque muchas veces la realidad sobre nosotros mismos según el ego podía ser distorsionada y hacernos creer mejores o peores de lo que en realidad somos. La sombra era la parte que ni nosotros mismos conocemos que a veces salía a relucir inesperadamente. Finalmente, el verdadero yo, que es lo que nos hace únicos (para algunos Dios, para otros la “energía” o la “conexión con la verdad”) estaba oculto bajo todas esas capas y saldría a relucir solo cuando aprendamos a aceptar nuestro ser tal como es. Según la lectura, cuando niños, nacemos con esa conexión con nosotros mismos, pero a la vez que aprendemos las reglas de la sociedad, comenzamos a ser como los demás quieren y no como nosotros mismos queremos. Nos decía que actuamos de la manera en que pensamos que nos traerá amor y reconocimiento, pero profundamente sabemos que esa persona es solo una máscara.
Pienso que es importante seguir las reglas de la sociedad para poder interaccionar satisfactoriamente con quienes nos rodean, pero tal vez inconscientemente nos dejamos llevar demasiado por lo que piensan de nosotros los demás. Ese primer día de clases aprendí (y aún sigo tratando de aplicarlo) que no debo inhibir mi manera de ser o de pensar para agradar a otros. Tengo que preocuparme por agradarme a mí misma primero. Solo así, cuando respete y acepte mi verdadero ser, los demás también lo harán. Todo esto se relaciona con Terapia Ocupacional ya que solo desde el verdadero ser es que se puede dar el mejor cuidado a nuestros clientes. Si vivimos desde afuera, podemos correr el riesgo de utilizar a nuestros pacientes para satisfacer nuestras necesidades personales de amor y reconocimiento, lo que no está bien.
De lo que recuerdo, la lectura hablaba de la persona, el ego, la sombra y el verdadero yo. Nos decía que la persona era esa máscara que poníamos frente a la sociedad, el ego era lo que nos mantenía bajo las reglas y con los pies en la tierra; aunque muchas veces la realidad sobre nosotros mismos según el ego podía ser distorsionada y hacernos creer mejores o peores de lo que en realidad somos. La sombra era la parte que ni nosotros mismos conocemos que a veces salía a relucir inesperadamente. Finalmente, el verdadero yo, que es lo que nos hace únicos (para algunos Dios, para otros la “energía” o la “conexión con la verdad”) estaba oculto bajo todas esas capas y saldría a relucir solo cuando aprendamos a aceptar nuestro ser tal como es. Según la lectura, cuando niños, nacemos con esa conexión con nosotros mismos, pero a la vez que aprendemos las reglas de la sociedad, comenzamos a ser como los demás quieren y no como nosotros mismos queremos. Nos decía que actuamos de la manera en que pensamos que nos traerá amor y reconocimiento, pero profundamente sabemos que esa persona es solo una máscara.
Pienso que es importante seguir las reglas de la sociedad para poder interaccionar satisfactoriamente con quienes nos rodean, pero tal vez inconscientemente nos dejamos llevar demasiado por lo que piensan de nosotros los demás. Ese primer día de clases aprendí (y aún sigo tratando de aplicarlo) que no debo inhibir mi manera de ser o de pensar para agradar a otros. Tengo que preocuparme por agradarme a mí misma primero. Solo así, cuando respete y acepte mi verdadero ser, los demás también lo harán. Todo esto se relaciona con Terapia Ocupacional ya que solo desde el verdadero ser es que se puede dar el mejor cuidado a nuestros clientes. Si vivimos desde afuera, podemos correr el riesgo de utilizar a nuestros pacientes para satisfacer nuestras necesidades personales de amor y reconocimiento, lo que no está bien.
“Todos tenemos dentro el deseo de
ser reconocidos por lo que somos, no por lo que creemos que otros quieren que
seamos. Libres de la necesidad de estar bien y del miedo de estar mal”
-Carol M. Davis
La lectura nos advierte que logar esto cuesta
trabajo, sufrimiento, compromiso. Sin embargo, comenzar con esta travesía,
también quita un peso de encima. Gracias
a esa reflexión, he podido comenzar a entender que si alguien me trata mal, o
no me acepta, es probable que no sea por mi culpa; sino porque esa persona vive en sus emociones exteriores en
lugar de en su verdadero ser. Lo mismo cuando se me hace difícil aceptar a otros
puedo analizar si el problema es algo en
mi actitud que debe cambiar. Es difícil aplicarlo a la vida, porque nuestro ego
se pasa diciéndonos quienes somos basado en las críticas o halagos que
recibimos de los demás. Creo que llegar al verdadero ser es una labor que dura
toda la vida. Lo importante es que vale la pena.
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